Aprender enseñando: La Scuola Delle Scimmie.

La Scuola delle Scimmie nació como parte de un proyecto de La Guarimba Film Festival. En octubre pasado ganamos un concurso para llevar el festival a Lecce, una de las ciudades más bonitas del sur de Italia. Nunca habíamos ganado un concurso público. Cuando nos llamaron para darnos la noticia de que nuestro proyecto había sido seleccionado, nos alegramos muchísimo y tuvimos miedo también. Eso quería decir que teníamos que hacer las cosas mil veces mejor, así que se nos ocurrió hacer algo que siempre habíamos soñado. Una escuela de cine e ilustración, divertida y diferente. Así que decidimos juntar a personas que habían colaborado con el festival o que querían hacerlo para dar a un grupo de 30 personas clases de documental y a otras 15 técnicas de ilustración.

 Una de las cosas que siempre me ha molestado del mundo del arte es la competencia, aunque cada persona tiene una forma diferente de plasmar sus ideas, siempre te topas con personas que no quieren compartir lo que saben, tal vez por temor a que haya alguien mejor o simple inseguridad. Cuando estudié Bellas Artes me conseguí con muchas personas así y también con otras que estaban dispuestas a enseñarme todo lo que sabían y más.

 Así que la escuela nació con el espíritu de compartir todos los conocimientos sin crear ambientes de tensión o de competencia y sobre todo sin la barrera profesor/alumno.

 El primer día estaba muy asustada. La reina de la timidez tenía que hacer de traductora oficial del inglés al italiano, ninguno de los profesores eran italianos y todos los alumnos sí, pocos entendían inglés así que la única esperanza para que fluyera la clase era que yo tradujera todo. Así fue cómo viví mi primera experiencia de traductora. Para alguien que le cuesta mucho expresarse, como a mí, esto fue un ejercicio a la fuerza de hablar en público y relacionarme con los demás.

 Una vez que pasó la tensión del primer momento, nos presentamos todos y hablamos de lo que queríamos de la escuela. A lo mejor esto podía salir bien o a lo mejor no, pero ya estábamos en el barco y ya había empezado el viaje.

 Con el primer taller tuvimos varios problemas de logística, algunos por mi culpa, por mi despiste y otros por agentes externos a la organización. Pero con todos los problemas del principio, el taller salió adelante y logramos romper el hielo de la primera semana y conocernos todos.

 A medida que pasaban los días, la escuela dejaba de ser escuela para convertirse en una casa. Muchas de las personas que habían decidido participar no eran de Lecce. Algunos tomaban un tren todas las mañanas, otros se mudaron a la ciudad por un mes para poder ir a clases. Así que terminábamos pasando todo el día juntos. En la mañana teníamos la clase oficial del taller y en la tarde nos reuníamos a dibujar, a hablar, a comer y a jugar… Sí, jugar.

Juegos de canciones, cadáver exquisito, dibujos-broma y lo mejor, aprender los unos de los otros, aprovechábamos para aclarar dudas y poner en práctica lo que se había explicado en la mañana.

 Nadie estaba obligado a quedarse y sin embargo, casi todos se quedaban.

 Uno de mis temores de la escuela era que se creara un ambiente de competencia, de “yo lo hago mejor”, o “yo he hecho esto y no tengo por qué empezar de cero ahora”… Mi miedo resultó quedarse en eso, un miedo. Nadie se sintió superior a nadie en ningún momento. Al contrario, pasaron cosas que me dejaron una gran satisfacción.

Uno de los talleres fue de autoedición y lo dio Mikel Murillo. Dentro el plan de la semana estaba explicar ciertas cosas de Photoshop, Indesign e Illustrator. Muchos de los alumnos estaban muy emocionados con esa clase porque querían aprender a colorear digitalmente y, como eran quince personas, Mikel explicó rápidamente los pasos y luego aclaraba dudas individualmente, para ayudar a todos lo más rápido posible. Lo ayudé con las dudas que podía aclarar yo, y para mi sorpresa, los alumnos que ya habían entendido el proceso se adelantaron y empezaron a explicar a sus compañeros lo que tenían que hacer. Nadie era maestro, todos éramos alumnos y estábamos allí para ayudarnos entre todos.

 Mi sueño de tener un grupo de amigos con los que reunirme a dibujar se había cumplido. Cualquier duda que surgiera, idea, la podía compartir con otras personas que estaban dispuestas a escuchar.

 Todo es más fácil y más relajado si se aprende a compartir los conocimientos, darle la mano a quien lo necesita y romper las barreras.

 La primera edición dejó tantas satisfacciones que hemos estado buscando la forma de repetir la experiencia. El miedo a que no saliera bien ya no existe, ahora sólo hay ganas de mejorar muchísimo más y ofrecer más actividades. Este septiembre la FARM CULTURAL PARK, un centro cultural en el sur de Sicilia, alojará a la segunda edición de La Scuola Delle Scimmie. Es un lugar que inspira nada más poner un pie, así que será el lugar indicado para crear y aprender de todos con cuatro talleres, exposiciones, charlas, conferencias, lo mejor de la comida italiana y los paisajes sicilianos. Nada más escribirlo me entran unas ganas locas de estar allí.

 Para todos los que quieran pasar 20 días diferentes, compartiendo y aprendiendo, los espero en Sicilia con colores, pinceles y pantallas de serigrafía. ¡Ah! y una cesta llena de arancini.

 Las inscripciones están abiertas en: http://www.laguarimba.com/es/laescuela/

 Y pueden seguir la escuela aquí: https://www.facebook.com/scuolaguarimba?fref=ts

Sara Fratini
@sarafratini

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